viernes, 3 de junio de 2011

LA TRANQUILIDAD DE LA INDIFERENCIA

El título de esta entrega lo tomé del discurso pronunciado por una exrehén colombiana, con motivo del conferimiento que se le hiciera del Premio Príncipe de Asturias.

La razón no es otra que la actitud pasiva que muchos venezolanos han asumido ante la situación delicada que vive el país. No es poca los casos de  inseguridad (personal y jurídica), la carestía de la vida, las benditas leyes que en sí mismas constituyen la imposición de la rechazada reforma constitucional, el acoso a los medios, la restricción presupuestaria a la universidades, el lenguaje bélico, la persecución política, la intolerancia y desmantelamiento a los adversarios que ganaron legítimamente gobernaciones y alcaldías, y un largo etcétera que debe llamarnos a la reflexión y a la concienciación sobre la aciaga hora que vive el país, para que todos y cada uno de nosotros, desde su respectivo sitio de lucha, ayudemos en la rectificación del país.
Ante estos temas no podemos  abstenernos; por el contrario, participar en esos asuntos que atañen a la patria es lo que precisa hoy Venezuela.

Pero no sólo es eso; además, los tranquilos e indiferentes mantienen un discurso de silencio que conlleva en sí mismo un flaco favor a la democracia venezolana, un desdén imperdonable sobre los asuntos de la nación, y desde luego, la posibilidad de dejar el camino libre al gobierno rojo rojito, negando la viabilidad de  recuperar espacios de poder y/o conservar los que ya se tienen. No con esto estamos invocando o promoviendo salidas violentas a la crisis; pero la verdad sea dicha, la democracia ofrece mecanismos eficaces que la hagan perfectible.

Esa indiferencia que caracteriza a estos “tranquilos” conciudadanos es grave para nuestra  democracia, máxime cuando pende sobre nuestras cabezas la peligrosa posibilidad de que Chávez siga haciendo o cumpliendo, mejor dicho, todo cuanto ha hecho u ofrecido.

Por ser la Patria “tantas cosas bellas “, la indiferencia es mala consejera. ¿Cómo quejarse después? ¿A quién reclamar la ineficiencia de malos gobiernos  municipales, estadales, legisladores y concejales?

No es sensiblería. Venezuela tiene en su gente, la de talante y talento democráticos, de principios libertarios,  la posibilidad de su recuperación de tantos marasmos y entuertos, y sin más vueltas, por conocer a quienes nos gobiernan, esa realidad la podemos cambiar si nos unimos y enfrentamos, democráticamente, al gobierno rojo rojito que surgió legítimamente; pero que en su ejercicio ha dado muestras claras de ilegitimidad, de abusos y atropellos.

En una carta que enviara Laureano Márquez a un nini, le decía: “Querido amigo: Ojala los dilemas morales fuesen así de sencillos: Pupú de este lado, pupú de este otro y yo en el centro, limpio, pulquérrimo, incontaminado, aséptico”
Pues no; no es así de fácil, ni así de cómodo. Más aún, suele suceder que, de tanta obsesión por lo incontaminado, termina uno incurriendo en la peor de las infecciones.

De modo que no seamos indiferentes ante lo que ocurre en el país; no caigamos en más infecciones; hay  desesperación,  la Patria os agradecerá.



Jesús Peñalver

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