Un enigma esperaba, la sensación de un viaje con destino imprevisible me
inquietaba.
Hoy los recuerdos dóciles, amables compañeros, se me juntan y distancian.
Conmigo la certeza del hondo pensamiento, de lo efímero y posible en el
pecho que me libera y me reafirma.
No
te sientas con un ala de menos, que el cielo no está gris ni rápido.
Arriba el campo abierto, vuela sin mirar atrás y sueña hacia adelante.
¡Mariposa, ya no te imponga miedo alguno su lámina encendida, ni dejes
que tu aliento escape fugitivo!
Alégrate,
en tu cielo vuelan aves con tus sueños, y siempre habrá alguien contemplando,
queriendo alcanzar sus alas. Tú eres su dueña.
Y si la tarde ardiera en sus filos, mi pensamiento de caminante incierto vagará
con sus pisadas tu sendero invisible.
Y cuando la noche cierre ya sus párpados, quizá volvamos a volar mañana.
Jesús Peñalver
Los Caobos, febrero 2013