miércoles, 24 de agosto de 2011

Jorge Luis Borges, maestro de la ironía


Tragalibros (Juan José Peralta)
Jorge Luis Borges, maestro de la ironía
Ciento doce años se cumplen este 24 de agosto del natalicio del más importante escritor argentino de todos los tiempos y uno de los más resaltantes en nuestra lengua, Jorge Luis Borges, quien falleciera en Ginebra el 14 de junio de 1986, cuya obra según Wikipedia (es.wikipedia.org) “trasciende cualquier clasificación y excluye cualquier tipo de dogmatismo”, la cual ha sido objeto de minuciosos análisis y de múltiples interpretaciones.

En 1946, cuando el coronel Juan Domingo Perón ganó las elecciones en su país, dio inicio a su fama de antiperonista que le acompañaría hasta el final de sus días. Al nuevo gobierno que consideraba una dictadura, expresó que “las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad; más abominable es el hecho de que fomenten la idiotez.

Botones que balbucean imperativos, efigies de caudillos, vivas y mueras prefijados, ceremonias unánimes, la mera disciplina usurpando el lugar de la lucidez... Combatir estas tristes monotonías es uno de los muchos deberes del escritor”. 
Por estas declaraciones fue castigado por el gobierno peronista y debió renunciar a su puesto de bibliotecario al ser designado Inspector de mercados de aves de corral.
De su padre Jorge Guillermo Borges, heredó una temprana ceguera progresiva y la vocación por la lectura: "Él me reveló el poder de la poesía: el hecho de que las palabras sean no sólo un medio de comunicación sino símbolos mágicos y música".

Su amplia obra es objeto de estudio, lectura y goce por miles de personas en el mundo y en Internet se consiguen amplias biografías y todo un catálogo de su obra escrita que sugerimos indagar, para no caer en una inagotable lista de recomendaciones, por cuanto en estas líneas pretendemos recordar su agrio humor y su magistral manejo de la ironía, en su obra como en sus andanzas por la vida.

Un día firmaba libros en una librería del centro bonaerense, un joven se le acerca con sus Ficciones y le dice, “Maestro, usted es inmortal”, a lo que él respondió, “vamos hombre. No hay por qué ser tan pesimista”.
Otro día, en Roma, en una reunión con periodistas, le preguntan a qué atribuye que no le hayan otorgado el Premio Nobel de Literatura, a lo cual sonriente expresó: “A la sabiduría sueca”. También en Roma, un periodista quería sacarlo de las casillas y le preguntó si en su país todavía había caníbales, a lo que respondió: “Ya no, nos los comimos a todos”.

En plena guerra de Las Malvinas, opinó que Inglaterra y Argentina debían ponerse de acuerdo y regalar las islas a Bolivia, para que así tuviera su salida al mar.

En Maipú y Tucumán, un grupo de adictos a Isabel Perón lo descubre y lo sigue entre insultos. Al llegar a casa le preguntan cómo se siente. Medio desorientado, responde. Se me acercó una mujer vociferando: ¡Inculto! ¡Ignorante!

El escritor argentino Héctor Bianciotti recuerda una de las salidas de Borges, a quien incomodaban los halagos. Ocurre en París, en un estudio de televisión. ¿Usted se da cuenta de que es uno de los grandes escritores del siglo?, lo interrogan.”Es que este, evalúa Borges, ha sido un siglo muy mediocre”. Una revista de actualidad lo reúne con el director técnico César Luis Menotti. “Qué raro, ¿no?  Un hombre inteligente y se empeña en hablar de fútbol todo el tiempo”, comenta Borges más tarde.
En 1975, a los 99 años, muere la madre del escritor, Leonor Acevedo de Borges. En el velorio, una mujer da el pésame y le comenta “pobre Leonorcita, morirse tan poquito antes de cumplir los cien años.Si hubiera esperado un poquito más...”. Borges le dice, veo, señora, que es usted devota del sistema decimal.

Una mañana de octubre de 1967, Borges está al frente de su clase de literatura inglesa. Un estudiante entra y lo interrumpe para anunciar la muerte del Che Guevara y la inmediata suspensión de las clases para rendirle homenaje. Borges contesta que el homenaje puede esperar. En un clima tenso, el estudiante insiste: Tiene que ser ahora y usted se va. Borges no se resigna y grita: No me voy nada. Y si usted es tan guapo, venga a sacarme del escritorio. El estudiante amenaza con cortar la luz. Él respondió “he tomado la precaución de ser ciego esperando este momento”.

Con un escritor joven debate sobre literatura y otros temas. El joven le dice: En política no vamos a estar de acuerdo, maestro, porque yo soy peronista. Borges contestó: ¿Cómo que no?... Yo también soy ciego.

lunes, 8 de agosto de 2011

A Simón Díaz en sus 83

A Simón Díaz en sus 83

Es el campo y la llanura
la laguna y la mirada, 
reflejada en la tonada 
de la limpieza más pura.

De las flores, la dulzura
de belleza enamorada,
su poesía cual cascada
de verso y gracia segura.

De la patria el corazón
lleva en su pecho Simón,
el amor desde la crianza.

Mirando de cerca y lejos
en él, los caballos viejos
nunca pierden la esperanza.

Jesús Peñalver

Los Caobos 8 de agosto de 2011