“Leí, puta, tu piel”.
Darío Lancini
Yo no sé a ciencia cierta
qué ocurrió ni a qué se debió la pataleta esa que llevó a esa cosa aposentada
en Miraflores, a cerrar la frontera con Colombia, que por lo que se ve y lo
anunciado ayer en la avenida Urdaneta de Caracas, se prolongará y va por
partes.
Que si paramilitarismo, narcotráfico,
contrabando y un rosario interminable de razones maléficas, más las siete
plagas de Egipto en la frontera, pero Maduro, aunque dice tener todas las
pruebas, no las presenta ni exhibe una sola siquiera.
La barbarie prefiere espejos complacientes, y no el de la madrastra que
dice la verdad sobre sus fechorías y fealdades. Abucheemos los espantos, vivos o muertos...no dejemos que se posen
más demonios que los necesarios.
Hay que continuar civilizando la política
como todas las actividades humanas, como el deporte, el amor o la cortesía. Conviene
enfriar a los fanáticos que aprendieron una sola consigna, se cristalizan en un
solo eslogan y no se afanarán en comprender y discutir lo distinto para que no
se les quebrante su único y desesperado esquema.
Ser
chavista es ser cómplice, y aunque la llegada del chavismo al poder despertó entusiasmos entre
organizaciones de izquierda y movimientos populares, concitó a su favor el
apoyo de intelectuales, profesionales y artistas, a lo hecho pecho, pero
conviene no olvidar los errores del pasado, algunos muy garrafales,
precisamente para no repetirlos.
Hoy vemos a muchos dándose
golpes en el pecho, al punto de acabar con ellos, pero nunca es tarde para
rectificar y asumir los errores y las omisiones, e intentar
aportar soluciones, ideas que contribuyan a superar esta tragedia, eso que
llaman chavismo que no es otra cosa que la encarnación de la suma de todos los
defectos morales del venezolano.
Hoy
vemos con tristeza como un miserable, con su lenguaje heredado de matón de barrio y portero de
burdel, sigue convenciendo a un pueblo
noble e inerme, escaso de talento para advertir la verdad, y a su lado
personajes de la estirpe del yerno del muerto, Jorge Arreaza, a quien se le
ocurrió decir: "habían prostitutas
paramilitares, venezolanas y colombianas". (sic)
¡Qué putada! Francamente hablando. Olvida o desconoce acaso
este personaje que la corrupción del alma es más vergonzosa que la del cuerpo; que “La Casa
Verde” era un burdel y como magnífica novela de Mario Vargas Llosa le mereció
el premio Rómulo Gallegos (1969); que con las putas no debe meterse nadie ¿o
sí?, pero de otro modo; que Sabina con su canción “La Magdalena” se lió con el
vaticano, asunto que pudo resolver como toda gente inteligente.
Pero no, esta peste roja ignora que “en casa de María de Magdala, las
malas compañías son las mejores”; que la
viuda de Nazaret dijo a Florentino Ariza “Te
adoro porque me volviste puta” y que la única hija de la Loca Luz Caraballo se le
fue a un serrallo.
Por cierto, para quien esto escribe, que vivan las putas hasta
en la frontera con el infierno y más allá, sin prestar atención alguna al
régimen nefasto plagado de odio y del más atroz maltrato a los derechos humanos.
Dice bien Elías Pino cuando afirma: “Los
burdeles fronterizos
existen desde cuando hay burdeles y desde
cuando hay fronteras”.
Amigos lectores, lo peor del cierre es que se quedó del
lado incorrecto de la frontera, y quiero que sepan que yo también me enamoré
perdidamente de Pilar Ternera.
Jesús Peñalver