SIEMBRA
Cuando de mí no quede sino un árbol,
cuando mis huesos se hayan esparcido
bajo la tierra madre;
cuando de ti no quede sino una rosa blanca
que se nutrió de aquello que tú fuiste
y haya zarpado con mil brisas distintas
el aliento del beso que hoy bebemos;
cuando ya nuestros nombres
sean sonidos sin eco
dormidos en la sombra de un olvido insondable;
tú seguirás viviendo en la belleza de la
rosa,
como yo en el follaje del árbol
y nuestro amor en el murmullo de la brisa.
Escúchame!
Yo aspiro a que vivamos
en las vibrantes voces de mañana.
Yo quiero perdurar junto contigo
en la savia profunda d la humanidad:
en
la risa del niño,
en
la paz de los hombres,
en el amor sin lágrimas"
Por eso,
como
habremos de darnos a la rosa y al árbol,
a la
tierra y al viento,
te
pido q nos demos al futuro del mundo.
Miguel Otero Silva