miércoles, 20 de octubre de 2010

COMER DEL GOBIERNO.


“¿Qué te parece?” Me dijo un buen amigo, “ahora resulta que por el hecho de tener un cargo en un Ministerio, que forma parte de la estructura del Estado que administra el Gobierno de turno, debo permanecer en silencio y no opinar sobre los desmanes, desatinos y excesos de la política gubernamental y sobre graves hechos de corrupción”. Y agregó: “muchos me han dicho que cómo es eso, estás comiendo del gobierno y te atreves a criticarlo”. No te preocupes –le dije- trataré el tema en una próxima entrega, y ojala puedas ver lo que opino sobre el particular.

Muchos son los que creen que el ejercicio de un cargo en la Administración Pública, significa colocarse un bozal de arepa, no solo en la boca sino en los ojos. Son muchos los que en lugar de corazón tienen una alcancía, y los que antes se daban golpes de pecho, hoy aplauden como focas todo cuanto haga piense u ordene el gobierno. Dicho de otro modo, no le ven errores, omisiones o desaciertos, y todo les parece color de rosa.

Recordemos algunos conceptos: La Nación está formada por el conjunto de los ciudadanos que habitan un territorio, con diferencias y convergencias, identidad, valores y principios. Al servicio de la Nación deben estar Estado y Gobierno. Al Estado lo integran las reglas que habrán de regir el destino, el desarrollo y las instituciones; y el Gobierno es el encargado de administrar dichas reglas. Repito, siempre subordinados a la Nación integrada por los ciudadanos, que en el caso venezolano (por fortuna) hemos decidido adoptar la Democracia como sistema de gobierno, y el pasado 2D dijimos no a la pretensión autocrática de una reforma constitucional (sic), violatoria de principios elementales la misma Constitución vigente, concentradora de poder y orientada a un mayor control social.

Por suerte, la Nación venezolana ha alcanzado niveles significativos de madurez política, de profunda e inalienable convicción democrática y sencillamente, no se deja meter gato por liebre.

En Venezuela, un país declarado constitucionalmente como un Estado democrático y social de derecho y de justicia, en cuya Carta Magna se propugna: Artículo 19. "El Estado garantizará a toda persona, conforme al principio de progresividad y sin discriminación alguna, el goce y ejercicio irrenunciable, indivisible e interdependiente de los derechos humanos. (omissis)" el Estado, a través del gobierno que es su administrador, debe asumir su responsabilidad en este delicado campo de atención social y ofrecer garantías para que ningún derecho sea vulnerado, dar una respuesta completa, oportuna, integral y acorde con los postulados de la Constitución Nacional para que la Justicia, que es un valor fundamental de la democracia, se imparta sin discriminación alguna.

Así las cosas, al amigo y a todos quienes se encuentren en similar situación, ustedes trabajan para el Estado, les paga el Gobierno, de modo que ejerzan libremente y a plenitud su derecho a expresar su opinión acerca de los acontecimientos que hoy se viven en nuestro país, sin más limitaciones que las previstas en la Ley.

Séneca dijo: Quien no evita un error pudiendo, es como si ayudase a cometerlo”. Que ningún bozal impida nuestros derechos, pues la dignidad, el decoro y la convicción democrática debe imponerse a la intolerancia, a la represión y al fanatismo.

Dice bien la Dra. Ligia Isturiz (@seleccionada) cuando señala: “el nivel de degradación lógica a que han llegado las instituciones, empujadas por la voracidad de dominio, de quienes la conducen con un sentido de posesión personalista y/o proselitista”, pues bien, en contra de ese degradado nivel debemos asumir una firme posición de rechazo y de indoblegable voluntad de rectificación.

Sin más vueltas: sabemos quienes nos gobiernan y esa triste realidad podemos cambiarla en los próximos comicios electorales. Manos a las urnas, o a las máquinas.

JESUS PEÑALVER

jueves, 7 de octubre de 2010

LA VIRGINIDAD PERDIDA

LA VIRGINIDAD PERDIDA

Hace rato que el gobierno rojo rojito perdió la virginidad –entiéndase- la disposición y voluntad ofrecidas por la “revolución bonita”, “pacífica, pero armada”, para resolver los supuestos ingentes problemas y daños que heredó de la Cuarta República. Hace casi doce años que se quitó la careta o disfraz de gobierno salvador de los pobres, democrático, libertario y pulcro en el manejo de los dineros públicos.

Hoy lo vemos desnudo, sin antifaz ni capuchas, en toda su plenitud, como lo que ha sido y dudamos que cambie, para colocarse de espaldas al pueblo, tanto ése que confió y votó por él, y hoy sigue creyendo en sus promesas y al que conforma la otra parte del país, representada por algo más de 5 millones de venezolanos que se han expresado en eventos electorales; ése que no comulga con sus políticas guerreristas, persecutorias, blandengues con la corrupción, permisivas con los pillos del erario público, y regalón a los parásitos de Latinoamérica, muy al estilo del gordo de la cuña de navidad.

Si bien el chavismo ganó en 1998, lo que lo hace un gobierno con legitimidad de origen, no es menos cierto que el mismo ha caído o devenido en ilegitimidad de ejercicio, porque si los conceptos de democracia y soberanía popular están íntimamente vinculados, debemos admitir que un gobierno es legítimo por el valor que de suyo le dan los votos; pero ese mismo gobierno debe estar sometido a los controles institucionales que impone el estado de derecho y cumplir con los principios y valores que caracterizan a una verdadera democracia.

Alguien me decía que el presidente Chávez hubiera preferido llegar al poder por la acción de las armas; haber triunfado en su “gesta” del año 1992 y erigirse en presidente, jefe de estado o dictador. La verdad –le dije- no lo sé. Como diría Luís Piñerúa Ordaz: “En la dimensión de lo desconocido todo puede suceder”- Lo cierto es que ganó en las urnas, y en las urnas debe salir, mejor dicho, a través de las urnas electorales deberá dejar el poder, como todo funcionario de elección popular.

De allí que su triunfo electoral legítimo representado en el voto popular, lo sujeta al control de la actividad en el ejercicio de la función pública que le corresponde cumplir. Que los otros poderes del Estado no cumplan a cabalidad los propósitos y obligaciones constitucionales, dice mucho de la debacle institucional a que nos ha llevado el desgobiern.

El control y la rendición de cuentas son principios de ineludible cumplimiento en una democracia que se precie de estar sustentada en un estado de derecho, y tenga por norma –entre otros- el principio de la legalidad, a cuyo sometimientos deben estar sujetos todos los funcionarios públicos, y desde luego, todas las ramas del Poder Público.

Eso no debe estorbarle; por el contrario, obra de gobierno y los actos que dicte en esa función, deben estar avalados por el visto bueno de los órganos de control de dicho Poder.

En las sociedades contemporáneas -en las que el principio de legitimidad es el voto popular- no se puede hacer política, y mucho menos gobernar desconociendo ese dato. Si bien se llega al poder por la vía de los votos, no se puede gobernar sin el apoyo popular. Muy probable que el pueblo retire su respaldo a cualquier gobernante que le dé la espalda a sus aspiraciones, ruegos y necesidades.

Habría que tener en cuenta si de verdad en Venezuela, hoy día, el pueblo es protagonista de su propia historia, actor de primer orden en esta puesta en escena nacional, y el único que manda en la tierra de Bolívar, o por el contrario, es solo un tonto útil que sirve a los intereses de quienes están en el poder o simplemente se le equipara a esos adminículos desechables que se utilizan y se botan.

El gobierno perdió su virginidad, su experiencia es doceañera, ya se estrenó, de modo que no sigan con el cuento de la cuarta república, cúpulas podridas y esa sarta de pendejadas que ya fastidian.

Jesús Peñalver

El NO del 2D y la unidad del 26S.




El NO del 2D y la unidad del 26S.



Ganó el NO el pasado 02 de diciembre de 2007, pues se pudo demostrar y al propio tiempo convencer al pueblo de la amenaza que contenía la propuesta de reforma constitucional (sic), con argumentos jurídicos y políticos suficientes, y de lo que sobrevendría al país si se hubiera aprobado aquél adefesio reformista.



Ocurrido afortunadamente ese hecho, vale resaltar algunas ideas o reflexiones sobre el inocultable y bien acendrado talante y tradición democráticos de la población venezolana, ante lo que parecía una fanfarronada de Carta Fundamental autocrática, concentradora de poder y violatoria de derechos y garantías constitucionales.

En primer lugar, el despertar de los jóvenes universitarios por el cierre de RCTV nos hizo pensar e imaginar el país posible que nos merecemos, con ciudadanos de primera, no de cuarta ni de quinta categoría. Apreciar a cabalidad lo que significó rebelarse contra lo que ha sido calificado, nacional e internacionalmente, como un atropello a la libertad de expresión, entre otros derechos.

El gobierno rojo rojito y su delirante dirigencia, ni por asomo se imaginaron que los dignos y jóvenes estudiantes venezolanos protestasen de esa manera, en forma pacífica, con un mensaje mesurado, bien centrado, sin consignas partidistas y mucho menos mortuorias; desligados de los partidos políticos opositores; aunque, es bueno decirlo, su admirable postura implicaba una oposición a la arbitraria, ilegal y violatoria decisión gubernamental que llevó al cierre al canal de Quinta Crespo.



Además, pretender poner al mismo nivel al Presidente proponente y al pueblo, es decir, colocarnos en la situación dilemática: si votas por la reforma (sic) votas por Chávez, lo contrario sería sufragar contrariamente al proponente. El pueblo comprendió la jugada, de allí el NO rotundo a la propuesta de reforma.



En este sentido, dice bien Alidha Avila cuando afirma: “Ahora se abre el camino de la política con P mayúscula, con el concurso de esos jóvenes maravillosos que le dieron al país una lección de democracia. Todo el mundo habla de ellos y con razón”.

A estos se agrega alguien a quien la historia le reconocerá el haber sembrado el camino, al principio casi en solitario y a contracorriente, de la necesidad de la política y que la democracia sólo se construye por los caminos democráticos, y esa persona es Teodoro Petkoff. Durante estos once años, casi doce, de pesadilla, no sólo chavista sino también opositora, nunca perdió el norte de lo que había que hacer (basta remitirse a sus editoriales para comprobarlo)”

Es muy cierto, y este triunfo que hoy cosecha como ideólogo de la oposición democrática, comenzó en diciembre de 2007, cuando con su renuncia a la candidatura, dejó sin discurso a Súmate y sus primarias y obligó a las fuerzas democráticas a unirse alrededor de Rosales. En el esfuerzo por impulsar esa candidatura, se fueron consolidando algunos partidos políticos, sin los cuales esa victoria habría sido imposible.

Así fue como surgió la preparación con hidalguía para las elecciones de gobernadores y alcaldes, donde el triunfo en los principales estados fue posible, gracias a esa visión de futuro, con los pies en la tierra, con pasión, pero con mucha más razón y determinación sobre la posibilidad real de lograr objetivos concretos.

Con ocasión de la recientes elecciones parlamentarias, y habida cuenta del compromiso al que se llegó en la Mesa de la Unidad Democrática, única instancia electoral de los factores democráticos mayoritarios, conforme al cual las principales organizaciones políticas convinieron en que se usaría el método de las elecciones primarias en ciertos y determinados circuitos, y en otros se designaría los candidatos a la Asamblea Nacional mediante consensos o acuerdos, no fueron pocos los que hicieron duras críticas a dicha instancia, con razón en algunos casos, sin ella en la mayoría de los mismos. Incluso, hubo quienes asumieron la aventura –es su derecho- de lanzarse al margen, de lo cual los resultados dan cuenta de que pudo haberse alcanzado una mayor cantidad de curules.

Así las cosas, se logró romper la mayoría calificada que le permitiría al rojismo seguir haciendo y deshaciendo; en algunos estados se obtuvo la mayoría casi absoluta, a pesar del perverso sistema electoral previsto en la ley; queda entonces esperar que la actual Asamblea Nacional, en lo que queda de su período, no legisle de la manera inveterada que conocemos, dándole la espalda al pueblo, ni vuelva a ceder sus competencias. Sería, sencillamente, canalla si lo hiciere.

Dice bien el experto y sensato Ramón Guillermo Aveledo: “El candidato presidencial saldrá d la elección primaria nacional de la oposición". Ha dicho.



Jesús Peñalver

El color según el cristal

EL COLOR SEGÚN EL CRISTAL

En tiempos de “robolución boliburguesa”, de eslóganes o consignas mortuorias y de sumisa devoción al proyecto político del pretensioso líder a escala universal, prevalido de una chequera petrodolarizada que gusta a tantos chulos y gorrones, vale la pena observar algunas situaciones desde las perspectivas chavista y opositora.

El gobierno sostuvo como soberana la decisión de expulsar a José Miguel Vivancos, representante de HRW, por supuesta intromisión en asuntos internos, siendo que entró al país con visa de turismo; en cambio condena, critica y hasta denigra de la decisión del Estado Vaticano –Asamblea Nacional mediante- que otorga Asilo Diplomático o Político al dirigente estudiantil merideño Nixon Moreno.

Quemar vivos a los opositores o escuálidos, según el “humano” criterio de Aristóbulo, Fredi, Diosdado, entre otros connotados prochavistas, no es violencia; violencia es “volar a Chávez en un avión”.

La mayoría colorada de la AN, extralimitándose en sus funciones, imputa delitos y dicta “sentencia condenatoria” en el caso de Nixon Moreno, calificándolo de delincuente sexual, mientras evade ¡y de qué manera¡ tratar el tema del maletín repleto de dólares, o el referido al parásito Daniel Ortega, presunto incestuoso esclavista sexual (Manuel Caballero dixit).

En Latinoamérica renunciaron dos ministras por la presunta conducta reprochable del grosero Ortega en perjuicio de su hijastra. Aquí en Venezuela, nada dicen respetables venezolanas, hoy en cargos públicos de jerarquía.

Una periodista de VTV –ex canal de todos los venezolanos- entrevistaba al ministro Tarek El Aissami, y osó preguntarle si el asesinato del dirigente estudiantil zuliano Julio Soto podría ser la consecuencia de los llamados de violencia hechos por grupos de oposición. Por suerte, no cayó en ese peine; solo se limitó a responder que el gobierno tiene toda la voluntad de resolver ese caso a la brevedad posible. ¿Qué tal si era pregunta o planteamiento lo hubiera formulado algún otro comunicador? Desde luego que hubieran sobrevenido los consabidos epítetos: golpistas, lacayos, pitiyankis …

El pasado 2D, en incontrovertible actitud democrática de rechazo a una pretendida reforma constitucional (sic), el país dijo NO a un proyecto concentrador de poder, autoritario y de suyo inconstitucional. El gobierno no entendió ese rotundo NO.

Surgió el paquete de 26 Decretos-Leyes, y hace poco la aprobación, en primera discusión, del proyecto de Ley de Comunas y/o Consejos Comunales, violatoria de la Constitución, estocada a la descentralización.

Cualquier instrumento que permita la creación de autoridades regionales y de distritos productivos, cuya designación corresponda a una autoridad única, sin control ni supervisión de nadie, es un cheque en blanco, impone a troche y moche lo que se denominó en la rechazada reforma, vicepresidentes territoriales, de allí que las competencias atribuidas a los gobernadores y alcaldes se verán disminuidas, o se harán nugatorias.

La aplicación de leyes de semejante naturaleza, vulnera la autonomía de los poderes regionales y locales, sometiéndolos a la voluntad de los representantes que pudiera nombrar el “supremo dedo”.

El gobierno asegura la existencia de planes magnicidas y desestabilizadores; pero niega la cruda realidad que vivimos, donde la intolerancia se ha apoderado del país al igual que sus consecuencias, los recientes atentados y agresiones a medios, declarándolos “objetivos militares”, la inseguridad y sus rojas cifras, y para más INRI, resulta desafortunada y lamentable la declaratoria presidencial según la cual: “no habrá reconciliación posible”, en franca demostración de intransigencia y terquedad antidemocrática.

Ojala podamos ver a Venezuela a través del cristal de la paz, la armonía, el reencuentro de los hombres de buena voluntad, de modo que podamos construir con ciudadanos de primera, no de cuarta ni de quinta categoría.

JESÚS PEÑALVER

La derrota de Chávez

De Interés

TRIBUNA: MARIO VARGAS LLOSA

La derrota de Chávez

A pesar de la grotesca manipulación del voto, las elecciones del pasado domingo en Venezuela han supuesto un serio revés al comandante bolivariano. Pero la oposición no debe cantar victoria

Por Mario Vargas Llosa

La derrota de Chávez en las elecciones parlamentarias del domingo 26 de septiembre es mucho más significativa de lo que indican las cifras electorales, pues, al mismo tiempo que muestra la creciente impopularidad del caudillo venezolano y su régimen, saca a la luz pública la grotesca manipulación del voto popular amañada preventivamente por el chavismo para convertir en victoria lo que esperaba sería una recusación rotunda de su política y sus pretensiones.

La ha sido y sin atenuantes. El comandante Chávez presentó la consulta como un plebiscito en el que el pueblo de Venezuela debía legitimar torrencialmente a su "socialismo del siglo XXI" y su jefe de campaña, Aristóbulo Istúriz, profetizó con arrogancia: "Podemos perder ganando si no obtenemos los dos tercios de la Asamblea Nacional". Pues bien, el resultado menos fraudulento de las elecciones, el voto por los 12 representantes al Parlamento Latinoamericano, dio a las fuerzas reunidas de la oposición una mayoría de cerca de 400.000 votos.

Esta diferencia se reduce en el voto para la Asamblea Nacional a 242.553 -resultados oficiales: 5.642.553 contra 5.399.574-, porque allí, la ingeniería electoralista de Chávez, con la complicidad de sus parlamentarios y del Poder Electoral, había enmendado la ley para dar una elefantiásica representación a las circunscripciones rurales, donde tenía fuerte arraigo, y encogerla en las urbanas donde la oposición era mayoritaria. Se ha calculado que con esta disparatada desproporción el régimen necesitaba apenas 30.000 votos para obtener un diputado en tanto que la Mesa de Unidad Democrática requería 140.000. Eso explica que la oposición, habiendo obtenido un 52% del voto, cuente sólo con 65 diputados, y el chavismo con 98 pese a alcanzar sólo el 48%. Esos son los milagros matemáticos que produce el socialismo del siglo XXI. No es extraño que, para comunicar estos datos, el Consejo Nacional Electoral tardara ocho horas más de lo previsto y que Chávez, siempre tan lenguaraz, enmudeciera cerca de veinticuatro horas antes de salir a dar la cara a la prensa. Esta vez no se atrevió a decir, como en diciembre de 2007, cuando el pueblo venezolano rechazó su reforma constitucional, que se trataba de "una victoria de mierda". Más bien agradeció, con aspavientos que desmentía su cara avinagrada, al "pueblo revolucionario" la "victoria" que le otorgó.

Un aspecto interesante de la consulta es que los Estados más castigados por el caudillo (por haber elegido en el pasado a gobernadores y alcaldes hostiles al régimen) retaceándoles el presupuesto, cancelando programas sociales y defenestrando -a veces encarcelando- a sus autoridades, en vez de dejarse intimidar, han redoblado su oposición. Así ha ocurrido en Miranda, Táchira y Zulia, y en la propia Caracas: en el Distrito Capital la oposición derrotó al oficialismo por primera vez en 12 años en votos emitidos.

Con los 65 diputados en la Asamblea Nacional, la oposición tendrá la fuerza necesaria para frenar las reformas constitucionales que Chávez preparaba -se necesitan para ello dos tercios de los diputados- a fin de acelerar la estatización y el dirigismo de la economía, acabar con las empresas privadas y la prensa y la televisión independientes, cerrar los limitados espacios críticos que aún quedan en los ámbitos político, sindical, social y cultural. El avance del régimen hacia un modelo cubano, de dictadura marxista leninista integral, tendrá muchos más escollos para materializarse ahora que el propio pueblo venezolano ha comprobado que, con la civilizada y simple acción de depositar un voto en un ánfora, se podía infligir una seria advertencia a un gobierno en cuyo prontuario figura haber convertido a Venezuela en el país con la más alta inflación de América Latina, el de más alto índice de criminalidad, uno de los más corruptos e ineficientes del planeta y donde el desplome de los niveles de vida de los sectores de clase media y popular es más rápido. Este año Venezuela será el único país de América Latina con crecimiento negativo.

Las fuerzas de la oposición a Chávez no deben cantar victoria ni confiarse por este excelente resultado. Ni volver a cometer errores como el del año 2005, cuando, por abstenerse de participar en el proceso electoral, regalaron a Chávez una Asamblea Nacional servil y autómata (La Casa de las Focas) que todos estos años no ha sido más que una dócil sirvienta de los desafueros constitucionales y legales del Comandante. Es imprescindible que la unión de los partidos, movimientos y personas de la oposición que es La Mesa de Unidad Democrática se mantenga y se afiance, porque de esta manera seguirá ganando adeptos y sumando a sus filas a los venezolanos que, abrumados o atemorizados por las represalias del régimen, se abstuvieron de participar en esta contienda. A muchos de estos abstencionistas escépticos, la victoria electoral de la resistencia tiene que haberlos sacudido y demostrado que todavía hay razones para la esperanza. Cuando lo que está en juego es la libertad de un pueblo, el riesgo de que el oscurantismo de una dictadura totalitaria se abata sobre él y viva quién sabe por cuántos años -los cubanos la padecen hace más de medio siglo- las pequeñas rivalidades de doctrina, de matiz o personales, deben desaparecer a fin de no debilitar la primera de las prioridades: resistir el proyecto autoritario de un caudillo demagogo que ha sumido ya a Venezuela en la miseria, la violencia y el caos y podría seguir hundiéndola en formas todavía más infames de desvarío ideológico.

Se reprocha a la oposición venezolana carecer de líderes, no tener al frente a figuras carismáticas que arrebaten a las masas. Pero, cómo, ¿todavía hay que creer en los caudillos? ¿No han sido ellos, esos horripilantes payasos con las manos manchadas de sangre, embelecos inflados de vanidad por el servilismo y la adulación que los rodea, la razón de los peores desastres de América Latina y del mundo? La existencia de un caudillo carismático supone siempre la abdicación de la voluntad, del libre albedrío, del espíritu creador y la racionalidad de todo un pueblo ante un individuo al que se reconoce como ser superior, mejor dotado para decidir lo que es bueno y lo que es malo para todo un país en materia económica, política, cultural, social, científica, etcétera. ¿Eso queremos? ¿Que venga un nuevo Chávez a librarnos de Chávez?

Yo discrepo. Estoy convencido de que América Latina sólo será verdaderamente democrática, sin reversión posible, cuando la inmensa mayoría de latinoamericanos esté vacunada para siempre contra la idea irracional, primitiva, reñida con la cultura de la libertad, de que sólo un superhombre puede gobernar eficazmente y con acierto a esas mediocridades que somos el resto de los seres humanos, esos rebaños que necesitan buenos pastores que los conduzcan por el camino debido. Los venezolanos lo creyeron así cuando apareció el Comandante de marras, con su voz tonitronante y sus desplantes bolivarianos y sus monólogos farragosos, y votaron por él de manera masiva, descreyendo de la democracia. Así les ha ido. Lo han pagado carísimo. Ahora han aprendido la lección y una de las buenas cosas que vienen haciendo, mientras con gallardía se enfrentan a la semi dictadura que padecen, es haber renunciado a los caudillos. Ahora tienen dirigentes que merecen respeto, no adoración religiosa, pues trabajan en equipo, buscan consensos y toman acuerdos a través del diálogo y la persuasión, es decir, comienzan a practicar ya esa cultura democrática que volverá a ser la de la tierra de Bolívar cuando el comandante Chávez no sea sino una más de esas figuras borrosas de una tradición de vergüenza y atraso.

Los meses y años que tiene Venezuela por delante no serán fáciles. El régimen ha avanzado demasiado en la construcción de unas estructuras dictatoriales y mucha gente medra ya de ellas como para que Chávez, acatando la voluntad popular, rectifique su política y esté dispuesto a retirarse del poder si así lo mandan las urnas. El peligro mayor es que, después de esta golpiza pacífica que acaba de recibir, se embravezca y quiera conseguir, mediante ucases y matonerías represivas, lo que no ha podido conseguir a través de las ánforas. E instale la censura, la liquidación de la prensa no alineada con el régimen, la abolición de toda forma de oposición política y la estatización generalizada de la economía. No le será fácil, desde luego. Ya ha perdido ese estado de gracia del caudillo mesiánico de que gozó algunos años y ahora no sólo él, también el pueblo venezolano sabe que es falible y vulnerable. Se avecina un período tenso, en el que, una vez más, como hace dos siglos, se decidirá en tierra venezolana el futuro de la libertad en toda la América Latina.

© Mario Vargas Llosa, 2010. © Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2010.

El País, España, 3 de octubre de 2010