domingo, 1 de mayo de 2011

¿Gobierno del pueblo?




Después de proferir tantos improperios en contra de los venezolanos que  piensan distinto  a él; luego de cometer muchos y disímiles desatinos en su mala gestión de gobierno; no cansado de ofender y maltratar a todo aquél que no  comparte las políticas de su  viejo gobierno de doce largos años y al que sigue llamando, indistintamente,  proyecto, proceso o revolución, dice ser, representar y encarnar el pueblo mismo.

El líder de la “bonita revolución”   arremete con sus amenazas y ofensas contra el honor de quienes  adversan  legítimamente su modelo autoritario. El sempiterno candidato (hoy presidente) del partido rojo rojito, nos viene con un discurso simplista y seudo amoroso, pleno de supuestas  buenas intenciones, como si no ha pasado nada, pretendiendo  convencer al electorado de que ha sido con amor que ha dividido al país.

Ofreciendo villas y castillos, agua y sal, sigue la compra-venta de sueños y conciencias. El señor presidente se siente dueño y señor, pues todos los poderes del Estado están postrados a sus pies. ¿Acaso es poca cosa las cadenas diarias para, a juro, a golpe y porrazo, convencernos de que él es el pueblo? Si él es pueblo, cabe colegir que éste es abusivo, prepotente y forajido por actuar al margen de la ley; por violar el ordenamiento jurídico vigente. ¿Es así?

Sabemos quién  nos ha colocado en esa odiosa situación dilemática: si no piensas igual a mí, eres mi enemigo; entendemos porqué se ha incrementado la inseguridad; conocemos la intención de secuestrar la educación de nuestros hijos e intervenir en su formación arbitrariamente; observamos como se ha regalado tanto dinero a otras naciones, olvidándose descaradamente de las penurias que ha vivido y vive  el pueblo venezolano durante su gestión.

El pueblo no puede ni debe olvidar que “con amor” fueron diseñadas las infames y dañinas listas excluyentes,  y no digo más, en cuanto a eso

Las cuñas, cadenas y abundante propaganda demagógica no es otra cosa que un ataque a la inteligencia, al honor y a la dignidad de los venezolanos. Aún más, significa una  burla al pueblo, y al propio tiempo un reconocimiento a la incapacidad e ineficiencia de este  gobierno doceañero.

¿Por qué este otro ataque grotesco al electorado? ¿A quién está dirigido ese mensaje mentiroso?  ¿Acaso el candidato del gobierno le habla a  la clase media o a la media baja? ¿O a cuál clase?

Señores, sin ánimo de meterme en análisis interpretativos insondables en materia de sociología política, hoy  para nadie es un  secreto que eso de clases sociales es muy relativo, inclusive hay dudas acerca de si existe la tan mentada clase media o si la misma haya disminuido notablemente, con tendencia a desaparecer.   Conozco a mucha gente aturdida, ofendida y obstinada por la bendita propaganda “amorosa”, ofreciendo casas, carros y dotaciones en general.

En Venezuela,  país declarado constitucionalmente como un Estado democrático y social de derecho y de justicia, vemos con frecuencia como se arremete impunemente contra el honor de las personas, usando un soez  lenguaje para ofender y satanizar al que piensa distinto, o a aquél que formula alguna crítica al algún funcionario público.

Volviendo al honor personal,   hoy expreso  a todo ese colectivo venezolano que aspira un cambio en el país, un nuevo rumbo, a esa gente que reprueba  y rechaza los exabruptos vertidos en los discursos del candidato-presidente, y sus cuñas preñadas de buenas intenciones que pretende conquistar hoy la confianza del electorado, que no caigan en esa trampa que nos llega vestida de azul.
Por ello es imperativo rebatir con ideas y conceptos bien definidos la campaña continuista del gobierno, y una vez obtenido el triunfo, se impondrá la  necesaria voluntad de diálogo y de reconciliación nacional que nos permita superar las diferencias y reimplantar el Estado de Derecho en Venezuela.

Esa supuesta identificación del que manda con el pueblo, y en realidad falsa, la practican todos los mesiánicos: Perón y su Evita, Hitler, Stalin, Noriega, entre muchos otros, y hasta el Fidel Castro de los primeros años –hace tanto que se le olvidó- para justificar su apego al poder, para hacerle creer a los incautos e ingenuos esa mentira en procura de su apoyo. 

Esa falsa identificación con el pueblo es la mentira para justificarse en nombre de ellos.  Pero los tiranos comienzan por creérselo ellos mismos.

Bastante maltratado está el pueblo de Venezuela, por eso vale la pena recordar lo que dijo Cervantes “al que maltrates con obras, no maltrates también de palabras, pues al pobre  le basta  el primer martirio”.   


Jesús Peñalver       













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