viernes, 16 de julio de 2010

MALALECHE

Aunque ya lo sabía, eché mano del diccionario de la Real Academia Española para indagar sobre el vocablo “malaleche”, y confirmé que el mismo denota o significa “persona de mala intención”. Pero les anticipo que hoy no daré uso a esa acepción, sino a la que se utiliza con frecuencia en nuestro país, es decir, a la mala suerte. Dicho esto, veamos.

Don Juan Carlos I de Borbón, proclamado Rey de España el 22 de noviembre de 1975, tras la muerte de Francisco Franco, osó mandar a callar al presidente de Venezuela en la Cumbre celebrada en Chile, malaleche.

Venezuela dio muestras de su arraigo, convicción y virtudes democráticas el pasado 02/12/2007, en respuesta a las pretensiones de una reforma constitucional que echaba por la borda todo el andamiaje que sustenta al Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, malaleche, dirán algunos.

Se ausentó la División de Poderes en el país, que implica la independencia y autonomía entre ellos. Víctimas de ese hecho, a los comisarios Vivas, Forero y Simonovis, y a un grupo de agentes policiales, se les negó el beneficio contenido en la Ley de Amnistía, malaleche. Y para más INRI, se les condenó a la pena máxima por delitos –en nuestra opinión- que no están suficientemente comprobados. Por cierto, ha dicho la Presidenta del TSJ, más o menos, que dicho principio “debilita al Estado”.

El Presidente habla mucho a través de interminables cadenas, y en muchos casos no están dirigidas a informar a la Nación sobre asuntos que expresamente indica la Ley, malaleche.

Pobreza y desabastecimiento, anaqueles vacíos e invasiones de propiedad privada por falta de viviendas, niños de la calle en semáforos, indigencia y galopante inseguridad, malaleche.

Insistimos, no se ataca la inseguridad con medidas contundentes y con suficiente voluntad de gobierno; no se garantiza a la ciudadanía el derecho a la vida que es el único que nos permite hacer uso de los demás derechos inherentes a la persona humana, malaleche.

La corrupción anda por sus fueros, campeando libremente; pareciera que la impunidad está garantizada para los saqueadores del erario público; no se ha acabado el uso discriminatorio, injusto y desde luego infame de las nefastas listas, malaleche. ¿Quieres dólares?, muy difícil. ¿Quieres un pasaporte?, muy difícil. ¿Apareces en alguna lista?, muy difícil, mientras a los maletines les han salido alas y vuelan “libres al fin como una paloma”, malaleche.

Se manipula con el hambre, la miseria y las calamidades del pueblo, malaleche. Aún subsiste la idea peregrina de consolidar un régimen perpetuo, arbitrario, personalista y dominador de todos los poderes, vía enmienda de la Constitución Nacional, malaleche. Pero el pueblo es sabio.

Se vive con la permanente amenaza a la libertad de pensamiento, opinión y expresión que anuncia cierres de medio de comunicación, malaleche.

Nos sitúan en una inexplicable guerra o conflicto con nuestros inmudables vecinos colombianos (ayer hermanos, hoy cachorros o vasallos del imperio), malaleche. Condonamos deudas, mientras Venezuela vive tantas carencias y dificultades y asimetrías sociales, malaleche.

Nos anuncian desde la cúspide del poder, que si en los próximos comicios la oposición –seguramente- logra hacerse con la mayoría de las curules, habrá guerra porque esa oposición “irá por él”, malaleche.

No hablaré de contenedores, coimas y ataques a la iglesia, porque el hedor es tanto, la corrupción mucha, y por ahora debo orar. Pediré luz para pergeñar otras letras en otra ocasión.

Desde luego que nada de esta pava ciriaca nos alegra, pero sí nos llama a la reflexión acerca de lo que debemos hacer para que nos alcance el día de nuestra suerte. ¿Cuándo llegará, cuándo será?

Sin más vueltas: ustedes saben bien quiénes nos gobiernan mal, y lo mucho que pueden hacer el próximo 26 de septiembre para cambiar este estado de cosas.

Jesús Peñalver

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