jueves, 15 de abril de 2010

26 DE SEPTIEMBRE

No es poca cosa lo que se jugará la sociedad democrática venezolana el próximo 26S, ocasión para elegir libremente a una nueva Asamblea Nacional, en ejercicio del derecho que la Constitución Nacional nos garantiza, nos reconoce, mejor dicho. Cuando se impone la necesidad de darle una nueva conformación del órgano legislativo nacional, a fin de recobrar lo que Montesquieu –que era una Barón- llamó: “División o Separación de Poderes”, que implica la independencia y autonomía entre ellos, sin sumisión ni complacencia ante los desmanes que se cometen, sin estar al servicio de un mandamás.

El venidero 23S se nos presenta como posibilidad cierta para que los venezolanos demostremos que ya el pueblo no está del lado del gobierno, que se pueden recuperar espacios de poder, mantener los que se tienen, y de ese modo crear contrapesos dentro del sistema democrático.

Algunos propósitos deben estar en planes concretos, posibles de llevar a cabo, como devolverles a los gobernadores su autonomía, quienes padecen el hecho que el gobierno haya reducido o mutilado sus capacidades presupuestarias y administrativas. Acabar democráticamente con las violaciones flagrantes a los DD.HH, impedir las constantes y abusivas cadenas presidenciales, al lenguaje explosivo, el discurso guerrerista y a las ofensas a todo aquél que no piensa igual al oficialismo.

Para darle un uso racional y equitativamente distribuido a los ingentes ingresos petroleros; evitar el aumento de la pobreza, mientras connotados chavistas nos mandan a ahorrar, a ser austeros, y por si fuera poco, con racionamiento en la prestación de los servicios públicos, carestía y desabastecimiento.

Atacar la inseguridad con medidas contundentes y con suficiente voluntad de gobierno; garantizar el derecho a la vida que es el único que nos permite hacer uso de los demás derechos humanos; para que haya un verdadero gobierno cercano y que sirva a los estados y municipios, y no estén en manos sumisas y obedientes al poder.
La atribución o facultad de control de la AN debe recuperarse y poner en funcionamiento por el respeto a la Ley, el imperio del Estado de Derecho, ataque a la corrupción y a la impunidad que hoy campean, y se propicien serias y eficientes investigaciones a los saqueadores del erario público.



El gobierno no acepta la disidencia, ataca e insulta a quien piensa distinto, sigue usando el hambre, la miseria y las calamidades del pueblo para la manipulación y obtención de favores electorales. Aquél se sabe y se siente un régimen perpetuo, arbitrario, personalista y dominador de todos los poderes; sostiene que ser rico no es malo, pero los relojes de marca, los viajes continuos con numerosas comitivas, cumbres, y regalos a otros países siguen sin parar. En ese ámbito, también tiene mucho que hacer la próxima AN.

Venezuela debe recuperar su status de país de ciudadanos de primera, no de cuarta ni de quinta categoría, donde se pueda vivir con dignidad, con valores y principios democráticos.

Sobre quiénes habrán de ocupar las curules en la AN, debemos contribuir con el papel que ha venido desempeñando la Mesa de la Unidad Democrática. Las críticas basadas en ambiciones personales, egos inflados o afán de figuración, flaco favor le hacen a la ardua tarea que le ha tocado a esta instancia de organización y definición de postulaciones. Se imaginan ustedes que no hubiera MUD ni órgano parecido.
Hemos observado a algunos con proceder canino que quieren patearla y deshacer lo que hasta ahora se ha logrado, cuando lo lógico y conveniente es asumirla como instrumento de recuperación del país y de alternativa del poder que hoy (des) gobierna.
Si siguen los ataques malintencionados a la MUD que impidan los acuerdos unitarios necesarios, habrá cortos en los circuitos que precisamente no obedecen a diálogo democrático ni a puntos de encuentro en la diversidad.

Amigo lector, sin más vueltas, sabemos quienes realmente nos gobiernan y usted todavía puede hacer algo al respecto en septiembre

JESÚS PEÑALVER

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