martes, 17 de abril de 2012

La Cita frustrada, Emilio Carrere


El reloj devana la vieja madera
de la vida humana con un son de queja.
La divina hora
pasa voladora
por la blanca esfera
del viejo reló.
¡Triste del que espera lo que ya pasó!
Rubia Margarita
acude a la cita
de mi corazón;
llora tu poeta,
divina Julieta,
del sueño galante
bajo tu balcón.
Quisiera hechizaros en la noche en calma
porque aun tiene claros de luna su alma.
La sombra fragante
del sueño galante
no acude jamás.
Pasó la hora bruja
y avanza la aguja
con lento compás.
¡Pobre del que aguarda
lo que ya pasó,
la gloria que tarda
o el amor que huyó!
Corre el minutero;
yo temblando espero
la nueva emoción,
la desconocida
mujer presentida
por mi corazón.
Mi alma, entre la plata del claro de luna,
espera el milagro de su aparición;
la puerta por donde vendrá tiene una
inquietud ansiosa de interrogación.
Yo soñando espero
su inefable encanto;
viejo minutero,
¿por qué tardas tanto?
Dolor de las cosas
que han podido ser
y huyen presurosas
para no volver.
Momento encantado,
¡qué pronto te has hido!
La hora ya ha sonado
y ella no ha venido.
¡Detén, minutero, tu velocidad;
no corras al pozo de la Eternidad!
El viejo reló
el copo del tiempo devana en su esfera.
¡Triste del que espera
lo que ya pasó!

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