En Dos Pilitas se abulta
la adulancia en nueva casta
suprema a punta de plasta
y obscena a punto de multa.
El miedo lo catapulta
al sumo juez carrastrero,
quien deja el estercolero
con esa sentencia vil,
poniendo el poder civil
a la orden del arañero.
JP
23-2-2012
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