Te encontré en la
oscuridad de un pensamiento, todo colmado por la mirada emocionada de dos
sustos…
Te vi en la fuerza
de unas calmadas ansias que no permiten la rendición ante ninguna travesía...
Igual miré cuando
pasabas a mi lado, mientras tu corazón guiñaba brincos para el abrazo próximo
...
Te hallé en cada
color de la mañana, en cada céfiro de la tarde y en cada parpadeo del techo de
la noche ...
Palpé que lo efímero
es un paciente y variable viajero con su vaivén de olas, y lo imposible es lo
más posible que nos pueda ocurrir...
No fue necesario
rescatarte de ninguna flaqueza inexistente vivida a plenitud...
Allí estabas tú,
volviéndote a ti misma!
Los Caobos 9 de
enero 2013
Jesús Peñalver
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