Esta serpiente
de dulce veneno,
esta serpiente
que a morir me invita,
¡qué mal habré
hecho yo para tal cita!
mejor quedarse
quieto en su terreno.
Prefiero a las angustias poner freno
y esperar si el
amor nos resucita,
si renace en su
fulgor la flor marchita,
¡tomadla entre
tus manos e id sereno!
Caminar el
sendero de los sabios,
superar
cualquier duda imaginada,
libar solo el
veneno de sus labios…
de aquel licor
mortal que da en sus besos,
que solo así me
salvarán sus rezos,
cánticos de su
boca almibarada.
Los Caobos 18 agosto
2013
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