Sobre el más
alto monte divagando
contemplo treinta
cruces.
Y acostado
en las bestias de la tarde
se me hunden
como espadas los recuerdos.
Cuando enciendo los ojos al regreso
de mis
terribles hados,
hay algo en
mis orígenes que no logro entender:
Treinta
cruces de pino,
Un coleóptero
muerto, disecado,
dos orquídeas
de nácar
y una señal
efímera.
Artajerjes
Muñoz, 1965
No hay comentarios:
Publicar un comentario